miércoles, 14 de octubre de 2015

Y LA CÁMARA DEL TELÉFONO LO REFLEJABA.





Desde la ventana se ve el lugar donde quisiera estar, donde parece que todo sucede fácil, donde los detalles no tiene sentido. _ Va que va.
El teléfono cayó desde una buena altura y los autos no esperaron para hacerlo pedazos. Pensé que ya no volvería a ver la silueta extraña que vi en mi primera selfi, la sombra quedó estampada en el ojo luminoso del teléfono.
Veo las imágenes del motociclista, y me imagino que voy de prisa sobre la perspectiva de la foto. La carretera callada, sólo el zumbido del  motor, el desierto, la euforia, el desapego al tiempo y a las preguntas inútiles por algunas horas.
Pensé que destruyendo el teléfono el temor y la imagen parda desaparecería, pero no fue así, ahora ya no se refleja en la pantalla del celular, ahora habita en todo lo que se se pueda reflejar. Cuando la miro por un rato parece crecer y acechar a unos centímetros de mi espalda.
Hay momentos que puedo escuchar dentro de mi cabeza el rugido de la motocicleta roja, eso me calma como si un charlatán me hubiera regalado una vida eterna. Me imagino mapas que sólo yo, y el motociclista, podemos pisar dormidos, pero que hacer cuando es tarde porque desde ayer la silueta creció tanto que muerde las paredes de mi habitación.

gabriela.carlos@uaslp.mx
Foto: Max Damian