Me gusta cuando cortas pequeños pedazos de queso, cuando sólo pones un poco de leche en tu vaso. Comes tan poco. Me entretiene escucharte cuando, en voz alta, piensas en tus historias, cuando besas el espejo o huyes del silencio y lo rompes tarareando una canción.
No sabes cómo disfruto, cuando dejas la copa de vino en la sala y yo persigo tus huellas en su trasparencia, y gozo lamiendo las diminutas partículas de saliva que dejas en su canto. Sentir, por las noches, tus movimientos cuando duermes, a veces agitados, otras tan serenos como los fragmentos de luna que algunas veces no deja dormir a los muebles de tu cuarto. ¿Sabías que hablas mientras duermes, que cuentas anécdotas que sólo los grillos y los gatos pueden entender?
No sé cuánto tiempo pueda durar así, viviendo de ti. En los escondites que se han vuelto cotidianos. Te veo desde el cuarto de servicio antes de que te vayas, nunca te acabas la leche. Después bebo lo que quedó en tu vaso, devoro dos rebanadas de jamón, quizás un poco de queso. En las noches vivo debajo de tu cama y me cobija el polvo, y los ruidos que haces.
No me gustan tus fiestas porque me obligas a ir al sótano, no quiero que tus amigos me perciban. Lo bueno es que organizas muy pocas. No me quiero ir, me gustaría seguir comiendo tus manzanas, bañarme en tu tina y perseguir los cabellos que dejaste y aún flotan en el agua enjabonada. Algunas veces estuve a punto de abrazarte y decirte que llevo mucho tiempo viviendo contigo; decirte que conozco cada movimiento tuyo, aún en la intimidad; que tu perro sabe que estoy aquí y ya me quiere. Pero no te lo diré, quiero que esto dure un poco más.
La cotidianidad en que vives te protege y me protege. Sé lo que harás y sé lo que haré. No quiero que llegue nadie a vivir contigo porque tomaré una decisión drástica, y dejaré salir mi rabia. Terminaremos en esta casa como en una tumba.
Cuento sacado del libro La casa azul, Autora: Gabriela d´Arbel. Protegido por derechos de autor.